Los seres humanos somos seres de costumbre, compartir con nuestros seres queridos día con día se vuelve una costumbre y muy difícilmente pensamos en el día que habrá una pérdida para siempre.
Transitar por un proceso de duelo implica: vivirlo, sentirlo y aceptarlo para finalmente superarlo. Desconectar la costumbre con la realidad de la ausencia es lo que dará como resultado entrar al proceso de readaptación a una nueva etapa de la vida sin la presencia física y emocional de nuestro ser amado.
Quizá sientas que aún hay cosas pendientes . . . perdonar y perdonarte es la clave.
A continuación, describo brevemente algunos pasos para reconstruirte luego de superar un duelo:
Reconecta con el recuerdo: superar no es olvidar, es recordar bonito. Habrá momentos, lugares, aromas, texturas o situaciones que te harán recordar a tu ser amado, dale sentido a ese recuerdo, no se trata de aferrarse a la persona sino de honrar su recuerdo respetando aquello con lo que lo identificas, todas las emociones bonitas que te hizo sentir la persona, eso es lo importante.
Procura el autocuidado: dependiendo de la profundidad del dolor y tristeza que se experimentó durante el duelo, es muy probable que te hayas descuidado a ti mismo/a, ya que es natural entrar en piloto automático. Cuando todo el caos pasó y comienzas a readaptarte es importante retomar el autocuidado: hacer ejercicio, revisar hábitos alimenticios, realizar un chequeo médico de rutina, dormir bien, beber suficiente agua pura, priorizar tu salud mental siguiendo un acompañamiento psicológico para retomar el control de tu vida, entre otros.
Establece metas y micro metas: es probable que hayan cosas importantes que hayas pospuesto porque estuviste inmersa en el dolor de la pérdida, al retomar la rutina es importante no comenzar de golpe a querer hacer todo en un día, hay que hacer un plan, establecer metas y micro metas que sean realistas para no abrumarte y agotarte más de la cuenta.
Revisa tu corazón: quizá sientas que aún hay cosas pendientes por resolver con tu ser amado que no pudiste hablar, hacer o decir en vida, es bueno reevaluar y trabajar en eso para que no te genere algún tipo de conflicto emocional. Perdonar y perdonarte es la clave.
Atrévete a experimentar nuevas cosas: si sientes que en tu rutina hay lugares, actividades, situaciones o personas que detonan tu recuerdo triste es válido apartarte de ello y buscar crear nuevas experiencias, nuevos lugares con distintas personas y situaciones que te ayuden a crecer y levantarte si en caso no logras hacerlo por ti mismo.
La vida continúa: es una frase que al inicio de tu duelo tal vez no tenga sentido, pero si en tu corazón está la convicción de alcanzar la vida eterna, mientras estemos en esta tierra, Dios quiere que disfrutemos de sus bendiciones y misericordias, no desea vernos tristes o apagados, en un tiempo prudente quiere que continuemos cumpliendo nuestro propósito de vida mientras también somos llamados a su hermosa presencia.
“María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró…
Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Jesús acudió al Padre para realizar un milagro único, pero lo importante a resaltar es que Jesús lloró, sintió y experimentó el dolor de la pérdida de su amigo Lázaro, sin embargo, despues de haberlo superado, continuó su camino hacia el cumplimiento del propósito por el cual vino a la tierra… si Él pudo, ¡tú también puedes!