Criando niños y adolescentes
en un mundo de pantallas
en un mundo de pantallas
Vivimos en una era digital donde las pantallas están presentes todo el tiempo. Los teléfonos, tablets y televisores se han convertido en parte de nuestras vidas y de nuestros hijos. Como padres y nos surge la pregunta: ¿Cómo integrar estas herramientas poderosas en la vida de los niños y adolescentes de manera saludable y equilibrada?
Pero primero echemos un vistazo a la exposición diaria de pantallas en latinoamérica:
Niños pequeños (0-2 años): Casi la mitad (49%) de los niños de 0 a 2 años interactúan con teléfonos inteligentes. Algunos estudios muestran un aumento del tiempo de pantalla en este grupo de 1.32 horas a 3.05 horas diarias.
Niños (2-4 años): Pasan en promedio mas de 3 horas frente a pantallas.
Niños (5-7 años): Tienen una exposición promedio de más de 4 horas.
Niños (8-12 años): Pasan más de 5 horas al día frente a las pantallas, con un 20% de ellos reportando más de 8 horas de tiempo de pantalla de entretenimiento al día.
Adolescentes (13-18 años): En general, los adolescentes pasan alrededor de 7 horas y 22 minutos al día frente a las pantallas para entretenimiento, lo que representa el 43% de sus horas de vigilia. Esta cifra aumentó a 8 horas y 39 minutos en 2021.
Es importante tener en cuenta que son sólo datos generales, hay muchos máximos que no son evidentes aquí pero nos permite tener una idea de este comportamiento.
Las pantallas pueden ofrecer oportunidades de aprendizaje, creatividad y conexión social, la clave es el equilibrio y la moderación.
¿Cómo integrar estas poderosas herramientas en la vida de los niños y adolescentes de manera saludable y equilibrada?
La Asociación Española de Pediatría (AEP), como autoridad en el tema a nivel mundial, recientemente actualizó sus recomendaciones sobre el uso de pantallas en la infancia, y son las siguientes:
De 0 a 6 años:
Cero pantallas: Se recomienda evitar por completo la exposición a pantallas en este rango de edad, ya que no se considera que exista un tiempo de uso seguro.
Excepciones supervisadas: De forma excepcional y siempre bajo la supervisión de un adulto con fines de contacto social (por ejemplo, videollamadas para que un familiar cuente un cuento o cante una canción).
De 7 a 12 años:
Menos de una hora al día: Se recomienda limitar el tiempo total de uso de pantallas a menos de una hora diaria, incluyendo el tiempo dedicado a tareas escolares.
Uso supervisado y contenido apropiado: Si se permite el uso, debe ser bajo la supervisión de un adulto, utilizando dispositivos fijos (no en dispositivos personales como móviles) y evitando el uso en el baño y el dormitorio.
De 13 a 16 años:
Menos de dos horas al día: Se recomienda que el tiempo dedicado a las pantallas no exceda las dos horas diarias, incluyendo el uso para actividades escolares.
Supervisión y control parental: Es aconsejable utilizar herramientas digitales de control parental y la supervisión por parte de los adultos.
Impacto psicológico a largo plazo
Todos estos cambios surgen porque hay más evidencia que muestra que el uso excesivo de pantallas está asociado con:
Problemas de atención (TDAH)
Dificultades en el desarrollo del lenguaje
Debilidades sociales
Alteraciones del sueño
Aumento del sedentarismo
Mayor riesgo de padecer ansiedad y depresión, entre otros.
Recomendaciones:
Para mitigar estos efectos se recomienda lo siguiente:
Establecer límites de tiempo claros y consistentes: Definir horarios específicos para el uso de pantallas y asegurarse de que se cumplan. Priorizar el tiempo sin pantallas al dormir y en las comidas familiares.
Fomentar actividades sin pantallas: Promover el juego al aire libre, la lectura, el deporte, las actividades artísticas y el tiempo de calidad en familia. Realizar actividades físicas regularmente para evitar el sedentarismo.
Promover un uso consciente y educativo: Animar a los niños y adolescentes a utilizar las pantallas como herramientas de aprendizaje y creatividad, supervisando el contenido y fomentando la discusión sobre lo que ven y hacen en línea.
Enseñar sobre seguridad en línea y ciberseguridad: Hablar abiertamente sobre los riesgos de la web, cómo identificar información falsa y cómo interactuar de manera segura con el internet. Fomentar confianza será vital para que los padres conozcan de sus experiencias positivas y negativas en línea.
Ser un modelo a seguir: Los padres deben reflexionar sobre su propio uso de pantallas y esforzarse por mantener un equilibrio saludable.
Priorizar el sueño: Evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de acostarse pues la luz azul de los dispositivos le indica al cerebro que es de día y debe seguir despierto.
Prestar atención a la salud visual: Enseñar la regla 20-20-20 y fomentar hábitos que protejan la vista. Cada 20 minutos descansa 20 segundos de la pantalla.
Las pantallas pueden ofrecer oportunidades de aprendizaje, creatividad y conexión social, la clave es el equilibrio y la moderación.
En un mundo donde las pantallas nos aíslan, desconectemonos y fomentemos el tiempo de calidad en familia...
La Biblia también ofrece una guía valiosa en la crianza.
Deuteronomio 6:5-9 nos exhorta: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteles a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalos a tus manos y llévalos sobre la frente como un recordatorio. Escríbelos en los marcos de la entrada de tu casa y sobre las puertas de la ciudad.”
Esto implica animar a los niños y adolescentes a cuidar de sí mismos...
Este pasaje nos recuerda la supremacía de la relación con Dios y la responsabilidad de los padres de instruir a sus hijos. Veamos estos principios fundamentales:
Priorizar las relaciones y la comunicación: El versículo enfatiza la enseñanza constante y la conversación significativa dentro del hogar. En un mundo donde las pantallas nos aíslan, desconectemonos y fomentemos el tiempo de calidad en familia, las conversaciones en persona y la conexión emocional.
Ser modelos a seguir: Los padres deben vivir lo que enseñan. Si los adultos pasan largas horas absortos en sus dispositivos, es difícil esperar que los niños y adolescentes adopten hábitos diferentes. Ser un modelo de equilibrio digital es una forma poderosa de instrucción.
Enseñar discernimiento: Así como instruimos a los hijos en la palabra de Dios, hoy debemos enseñarles a navegar el mundo digital con discernimiento. Que conozcan sobre la seguridad en línea, el pensamiento crítico ante la información que encuentran y el uso responsable de las redes sociales.
Integrar la enseñanza en la vida cotidiana: La instrucción no debe ser un evento aislado, sino parte del tejido de la vida familiar. Tal como se nos anima a hablar de la palabra de Dios en todo momento, en situaciones cotidianas, viendo a Cristo en cada actividad, con esa naturalidad también hablemos sobre el uso de las pantallas, sus beneficios y sus riesgos.
Fomentar actividades alternativas: El pasaje habla del cuidado que nuestros hijos requieren, esto implica animar a los niños y adolescentes a cuidar de sí mismos participando en juegos al aire libre, deportes, lectura, actividades creativas y tiempo en la naturaleza es fundamental para su desarrollo físico y emocional.
El objetivo no es volver malvadas a las pantallas, sino educar sobre su uso responsable y consciente, como padres, estamos llamados a sembrar en sus corazones valores duraderos y a guiarlos en un camino de crecimiento y sabiduría espiritual, física, emocional y ahora digital.
"Y sobre todas las cosas, cuida tu mente,
porque ella es la fuente de la vida. ."
Proverbios 4:23